“No es lo mismo tener metas que propósitos”
Por Violeta
Después de intervenciones médicas, vitaminas, cambios de estilo de vida y dos tratamientos en los que no logramos que fecundara ningún óvulo, fuimos un día de julio de 2023 a la consulta con el médico para que nos dijera cómo seguir.
Creíamos que nos iba a sugerir donación de gametos masculinos, dado el diagnóstico que teníamos, pero habíamos resuelto que para nosotros la genética era innegociable.
Sin embargo, el médico tenía otra cosa para decirnos. Parece que habiendo hecho tantas intervenciones con el esperma, los que no servían eran los óvulos y nos ofreció donación de gametos femeninos.
La sorpresa fue inmensa, pero la tristeza aún más. Sentí que se me derrumbó el mundo.
En el viaje de vuelta empecé a sentir una sensación como de haber perdido el rumbo, como en los jueguitos cuando el personaje va caminando y de repente el suelo se cae y no puede avanzar.
¿Qué hacer? ¿Cómo seguir? ¿Seguir?
Las preguntas invadían mi cabeza, las emociones me inundaban y yo sentía que no podía hacer nada.
Los meses que siguieron fueron difíciles, me sentía muy enojada. Y sí, el enojo nos viene a decir que hay algo injusto. Pero necesitaba salir de ahí, me desconocía de esa forma.
Y además vino la tristeza, una dupla horrible. Tenía la sensación de tener algo adentro que teñía todo de gris.
Fue (y sigue siendo) un desafío muy difícil continuar con mi trabajo con niños y sus familias, me costaba mucho separarlo de mi situación personal.
Me sentía transitando la vida con una nube sobre la cabeza y no sabía cómo hacer para que saliera el sol.
Un viernes a la noche fuimos a ver a Cachito Vigil, el creador de Leonas, una celebridad en el mundo del hockey y un ser humano ejemplo. Apareció con su gorra y su sonrisa características. Su energía era única, una mezcla de alegría, corazón y sabiduría. Si antes lo admiraba, ahora más.
Me imaginaba una charla sobre hockey, pero lejos de eso recibí un consejo que me cambió la manera de pensar:
No es lo mismo tener metas que propósitos. Muchas veces nos quedamos pegados a las metas, como ganar los mundiales o quedar embarazada (porque siempre pensé los tratamientos de fertilidad como mundiales, donde pasás a la próxima fase a medida que las cosas ocurren y si no, quedás afuera), pero cuando uno encuentra el propósito, que no se cumplan las metas no se ve como un fracaso, sino como parte de un proceso. Así podemos transformar la tristeza en motor de cambio y crecimiento.
Entonces tenía una nueva tarea: encontrar mi propósito, ahí estaba el camino.
Me llevó semanas darme cuenta, pero lo entendí. Mi búsqueda es formar una familia, ojalá sea con hijos, pero puede tener muchas formas y las construye cada uno.
Hoy nuestra familia tiene a nuestro gato Fabi y entre los tres ponemos todo de nosotros para que nuestro hogar brille. Aprendimos mucho en el camino, posiblemente el aprendizaje más importante haya tenido que ver con la manera de acompañarnos mutuamente, pero el crecimiento ha sido y sigue siendo enorme.
La búsqueda de un bebé sigue intacta y estamos transitando nuestro tercer tratamiento. ¿La tercera es la vencida? No lo sé, pero tengo claro mi rumbo y eso me permite construir más allá del resultado.
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