LOS ABUELOS QUE QUIEREN DEJAR DE SER FANTASMAS
Versión completa de la crónica publicada el 29-07-12 en el semanario Miradas al Surhttp://sur.infonews.com/notas/los-abuelos-que-quieren-dejar-de-ser-fantasmas
“Escuchame bien. Vos cuando él se da vuelta, le pegás una palmadita en la cola. Anotá, anotá. Pasan los años de casados y hay que mantener la sorpresa, ser pícara, para mantener la pasión. Te lo digo yo, que estuve 40 años casada y nunca odié y amé tanto a un hombre. Fueron los peores años de mi vida”.
Elena Zerda me da consejos con su modo imperativo pero con cariño. Ese cariño que se le tiene a quien de una u otra forma está involucrado en aquel espacio en el que se encuentra ahora y que ella llama su “sostén”. Inclina su cabeza hacia el costado y guiña un ojo, y también se inclina su boina color beige, elegante como su tapado al tono. Se apoya en su bastón de tres patas y hace unos pasos actuando su rengueo, como cada vez que sube al colectivo, para que le den el asiento.
Elena va y viene tres veces por semana desde su casa hasta su Grupo de Reflexión y Actividad Física de la Unidad de Medicina del Deporte del Hospital Milstein (ex Hospital Francés) dependiente del PAMI. Cada martes, miércoles y viernes hace ejercicios adecuados a su salud y conversa sobre sus problemas guiada por profesionales médicos, psicólogos y profesores de actividad física. Se le controla el nivel de glucemia, la presión, el colesterol.
Ahora el bastón es parte de su estrategia. No le alcanza con sumar más de 80 años para asegurarse un asiento amable en el transporte público. Antes, hace tres, cuando empezó la actividad, las cosas eran distintas. Elena además de no caminar por sí sola era diabética tipo 2 (con mediciones de glucemia muy altas) y candidata, por su artrosis, a hacerse un reemplazo de rodilla. Ahora ya no necesita el bastón, su glucemia se estabilizó y, a pesar de haber sido operada de la rodilla, a las tres semanas estaba otra vez en el Grupo.
Pero Elena para la Dirección del Hospital Milstein, no existe.
Su compañera Silvia Cieutat hace cuatro años no podía caminar y hablar al mismo tiempo; hoy baila y mejoró su situación cardíaca. Nora Álvarez tenía problemas de socialización y se inyectaba cada 15 días por sus insoportables dolores de ciático; hoy tiene un grupo de amigas y elonga sus músculos en lugar de recurrir a calmantes. Alberto Torralba, taxista, sufría mareos, dolor cervical y problemas cardíacos; ya no siente fatiga ni se marea, bajó de peso y mejoró su postura y su cuadro cardiológico.
Pero Silvia, Nora y Alberto, para el Milstein, y para PAMI, tampoco existen.
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El ambiente está distendido. Ya han hecho ejercicio. Circulan fuentes descartables con deliciosas empanadas de verdura, tartas de jamón y champignones, niches de papa, sandwichitos de jamón y queso. Todo casero, con “la mano” de las abuelas. Es el cumpleaños de Angie, la joven profesora de educación física, y todos aportaron al festejo. Ahí están un grupo de 70 “viejos” casi escondidos en un rincón del primer piso de Kinesiología, donde se han refugiado a falta de otro lugar de encuentro. Desde hace un tiempo el grupo de la Unidad de Medicina del Deporte, se junta en un lugar prestado a una cuadra del hospital (ese día circunstancialmente ocupado). Porque a pesar de su amplia concurrencia y sus resultados médicos y psicológicos (y de que sus cuatro profesionales están contratados por el Milstein), la Dirección – a cargo de Enrique Parafioriti- los fue desalojando progresivamente y les ha negado hasta sillas para descarte.
Será por eso que ahora también se los niega oficialmente. Según declaraciones a periodistas y de acuerdo a un informe enviado al Diputado Jorge Rivas por la Dirección Ejecutiva del PAMI, la Unidad de Medicina del deporte no existe.
Y el espacio especialmente dedicado a esta Unidad en la página web del organismo ya no está. Se esfumó. Está off line.
Estos “abuelos” son fantasmas. Y otra vez, han tenido que mendigar algún rincón para poder trabajar.
Pero ese día es distinto. Les han avisado que el grupo se cierra y que, si quieren seguir haciendo esas actividades, tendrán que hacerlas recurriendo a los servicios tercerizados del PAMI, por separado e individualmente. No importa que tengan que trasladarse por la ciudad para cada actividad, o que ya no cuenten con el apoyo y la contención del grupo. Así son las cosas por cuestiones “económicas y administrativas”.
Y tres de los cuatro profesionales que trabajan en la Unidad de Medicina del Deporte, a la calle.
Ese día es distinto. Los “abuelos” están dispuestos a no ser mansos. Quieren ser escuchados y pelear por ese lugar de encuentro, de contención y cuidados médicos, donde muchos de ellos recuperaron su dignidad. Como en “Diario de la guerra del Cerdo” (la novela de Adolfo Bioy Casares) la sociedad suele apartar a los adultos mayores porque ya no pueden seguir el ritmo de la vida moderna. Está bien, ya lo habían aceptado. Y habían decidido juntarse entre ellos. ¿Por qué entonces quieren también eliminar ese “guetto” que los mantiene vivos?
Sara Litvak lo llama su lugar de resurrección. Ha perdido dos de sus tres hijas: una en un accidente de tránsito, otra por una enfermedad se le murió en sus brazos. Criaba a dos nietas huérfanas y se la pasaba esforzándose para que no la pescaran llorando en los rincones. El Dr. Ortiz, traumatólogo, la vio tan angustiada en una consulta que la derivó al Grupo. Y entonces las cosas cambiaron.
“Es un grupo donde cada actividad aporta lo suyo para bien de todos. Un grupo muy numeroso donde no hay diferencias. Allí nos sentimos hermanados, comprendidos, atendidos, queridos. Todos sabemos que los hijos y nietos tienen poco tiempo para sus mayores. Éste es un espacio compensatorio, y todavía más: es un espacio saludable”, escribirá luego en una carta.
Pero los “abuelos”, existen.
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Cuando el 18 de julio de 2007 el Congreso votó la Ley 26272, impulsada en persona por Néstor Kirchner, el Hospital Francés fue expropiado. Había sido declarado en quiebra unos meses antes y su destino resultó eje de un prolongado debate impulsado por sus trabajadores. Entre los fundamentos de la Ley figuraba como objetivo “construir un Hospital Modelo y de Excelencia en la atención del Adulto Mayor, referente a nivel nacional”. Se trataba de preservar, así, las fuentes de trabajo.
Ahora, además del cierre de la Unidad de Medicina del Deporte, más de veinte profesionales de Oftalmología y Psicopatología han recibido sus telegramas de despido y ya no se dan turnos. Dicen los médicos que así, extraoficialmente, también se están desmantelando estos otros dos servicios.
***“Todos los pacientes se hacen regularmente su análisis de laboratorio, su ergometría, su control médico y psicológico en forma personalizada. Ellos no son un número ni un expediente, son personas con nombre y apellido controladas en sus pluripatologías. Tenemos más de 1000 mediciones de glucemia pre-post actividad física que comprueban un descenso de entre un 18 y 20% en los pacientes diabéticos y el descenso de la glucemia basal con el transcurso del tiempo; un seguimiento del grupo oncológico permanente junto al Servicio de Oncología; control de los hipertensos. Una tesis de maestría en curso de la Universidad de Favaloro prueba un rendimiento mayor de nuestros grupos en memoria procedural respecto de un grupo control”, dice el Coordinador de la Unidad de Medicina del Deporte, Alejandro Mantero, mi padre, trabajador del Hospital desde hace 24 años.
“Las tiritas de la glucemia las conseguimos nosotros, los presurómetros y colchonetas los compraron los pacientes, la pileta para los oncológicos nos la prestan gratuitamente, el gimnasio para el grupo de enfermedades metabólicas también. Todo es a pulmón. Hemos puesto mucha pasión y mucho profesionalismo en esto”, agrega la profesora de educación física Marcela Perelló, cuando le pregunto si el servicio es muy costoso para el Hospital y para el PAMI.
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La dinámica de grupo comenzó un par de horas atrás. Los “abuelos” se habían sentado en ronda con los abrigos puestos por el frío y mi padre empezó por agradecer la presencia de Carlos. “Carlos -un pelado profuso con cara de susto- es alcohólico. Y como todos los alcohólicos tiene sus picos. Pero cuando hablamos por teléfono hace unos días y me dijo que andaba con algunos problemas otra vez yo le dije, venga. Venga al grupo que le va a hacer bien. Y así nos apoya”. Entonces una mujer de sweter Rosa pidió la palabra y le dijo: “Carlos, gracias”.
“¿Alguien tiene algo que quiera decir?”
“Yo quiero decir que el cuerpo es físico y mente; y así somos atendidos. Que nos sentimos felices de tener este lugar y que nos traten tan bien. Esto es una gran familia. Este Grupo nos hace vivir mejor”, se emocionó una señora de anteojos con marco rojo.
Y fue entonces que lo decidieron, ese último día en que el Hospital los cobijaba. Se juntarían los siguientes miércoles al mediodía en la puerta del Milstein con todos los médicos que quisieran sumarse y harían una clase frente a todos, en plena calle La Rioja, del barrio porteño de San Cristóbal. Convocarían a los medios, a los familiares. Demostrarían que existen y que están dispuestos a pelear. Que aunque los sigan arrinconando, que aunque el Hospital y el PAMI los niegue, no se puede tapar el sol con las manos. Decidieron que iban a dejar de ser fantasmas.
Epílogo: Hoy los cien adultos mayores de la Unidad de Medicina del Deporte siguen haciendo sus clases de gimnasia y reflexión, abiertas a la comunidad, a modo de protesta. Y organizan para el miércoles 1 de agosto a las 13 hs, un acto frente al ex Hospital Francés (La Rioja 951) para conmemorar el aniversario de la Ley de expropiación y pedir que se revea la medida. Apoyaron su causa –junto a la del resto de los profesionales despedidos- las integrantes de Madres de Plaza de Mayo línea Fundadora Nora Cortiñas y Élida Espen, Juan Carr, Fanny Mandelbaum, el Defensor de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires Eugenio Semino, la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilados y Pensionados, el Presidente de la Comisión de Tercera Edad de la Cámara de Diputados Gumersindo Alonso, el de Salud de la Legislatura porteña, Jorge Selser, los diputados nacionales Héctor Recalde y Víctor de Gennaro, periodistas, ATE-Hospital Milstein y APPAMIA, que
agrupa a los trabajadores del PAMI. Aún no han sido recibidos ni por la Dirección del Hospital Milstein, ni por autoridades del PAMI.
Contacto: xlosabuelosdelfrances@gmail.com
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